Entre otras facultades, la literatura es un medio para
transmitir ideas políticas. Esta proliferación de muestras de ideologías suelen
aparecer cuando en un país existe un régimen dictatorial, pues los autores sienten
la necesidad de que su literatura sea comprometida políticamente. En estas
circunstancias el mensaje debe ocultarse, puesto que ningún régimen dictatorial
admitiría lo contrario a su propio punto de vista.
![]() |
Gabriel Celaya |
En España, durante los años de dictadura franquista, fue la
época de desarrollo de este tipo de literatura, si bien es cierto que en las
décadas de los 50 y 60 era más frecuentes las temáticas de denuncia social más
aisladas o centradas en un aspecto de menor calado político. El régimen de Franco,
como es propio de toda dictadura, hizo una purga en los estamentos culturales,
como el sistema educativo, alejando de él a todo el personal que consideraba
contrario. De la misma forma controlaba todo el sistema de difusión cultural:
editoriales, prensa, radio y, más tarde, la televisión. En lo relativo a
la prensa, se crearon toda una serie de periódicos afínes al régimen
como La Nueva España en Asturias. Esto no quiere decir que no hubiera
medios privados, como ABC o La Vanguardia, pero controlados por
la censura. Este control hacía que cualquiera que pretendiera comunicar un
mensaje distinto al que el régimen proponía, lo tenía que hacer utilizando los
recursos a su disposición para sortear la censura, como ya se ha dicho. En un
principio los censores prestaban poca atención a la poesía, puesto que se
trataba de un género muy minoritario pero, a partir de los años 50,
especialmente a través de la música, se hizo muy popular. En las facultades se
hacían festivales poéticos que atraían a mucha gente, lo que hizo que los
censores empezaran a prestarle atención. Se enviaba, como a todas las demás
representaciones, agentes que velaban porque lo recitado fuera lo previamente
establecido. En estas circunstancias se creó una especie de clave entre poetas
y público de manera que las obras tenían una lectura literal y otra
alternativa.
Gabriel Celaya y Blas de Otero, nacidos y formados antes de
la guerra y relacionados con el principal partido en la clandestinidad, el PCE,
dieron forma a una nueva poesía alejada del lenguaje elevado y enfocada en el
mensaje social que se hizo muy popular. Fue una poesía muy difundida en los
círculos de exiliados y de izquierdas en países como Francia a través de
cantantes como Paco Ibáñez. En el desarrollo de esta poesía también tuvieron
mucha importancia los llamados cantautores, surgidos durante los años 60 y 70
como Pablo Guerrero, Joan Manuel Serrat, Victor Manuel o Lluis Llach.
En los dos siguientes poemas observamos la presencia de
ideología política en poesía. En el primero de ellos, perteneciente a Gabriel
Celaya, se pide de manera indirecta que la gente se manifieste:
"ESPAÑA EN
MARCHA"
Nosotros somos quien
somos.
¡Basta de Historia y de cuentos!
¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.
Ni vivimos del pasado,
ni damos cuerda al recuerdo.
Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.
Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.
Somos bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.
De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.
¡A la calle! que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.
No reniego de mi origen
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.
Españoles con futuro
y españoles que, por serlo,
aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.
Recuerdo nuestros errores
con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.
Vuelvo a decirte quién eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.
No quiero justificarte
como haría un leguleyo,
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.
España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.
¡Basta de Historia y de cuentos!
¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.
Ni vivimos del pasado,
ni damos cuerda al recuerdo.
Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.
Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.
Somos bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.
De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.
¡A la calle! que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.
No reniego de mi origen
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.
Españoles con futuro
y españoles que, por serlo,
aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.
Recuerdo nuestros errores
con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.
Vuelvo a decirte quién eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.
No quiero justificarte
como haría un leguleyo,
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.
España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.
Gabriel Celaya
Estamos ante un poema que indica el intento de iniciar una
nueva historia. Frente al el intimismo propio de autores anteriores, que
hablaba de los sentimientos y emociones de cada uno, Celaya lo transforma a un
"nosotros" entendido como el colectivismo de una sociedad que lucha
por defender sus derechos y que se ven mermados. Se trata de una crítica al inmovilismo
propio del régimen franquista en el que se distinguen dos clases de españoles:
los jóvenes, aquellos que tienen más futuro, frente a las personas de avanzada
edad que encarnan el pasado. Es preciso tener en cuenta la ambigüedad
presente durante todo el texto ante las circunstancias sociales en las que se
gesta; como no puede expresarse directamente, el autor intenta
"tapar" la realidad. Sin embargo, este último no es motivo para que
el lector no pueda deducir cuál es el verdadero objetivo de Celaya, un objetivo
consistente en crear una nueva España. Formalmente el poema poema está
compuesto por versos octosílabos y consta de rima asonante /e-o/. Utiliza
un lenguaje coloquial e incluso vulgar. Se trata de un poema que recurre al uso
apelativo, ya que está instando a la gente a movilizarse. Celaya no pretende
hacer literatura solo transmitir unas ideas políticas, pero debe sugerirlas
porque de publicarlas libremente sería castigado por la censura. Prueba de esto
es que en la estrofa número 9 dice que España está dormida y que tiene que
arrancarla del sueño, el autor no se puede expresar claramente por eso utiliza
esta metáfora. Además de eso, a lo largo del poema encontramos numerosos
recursos poéticos: la tautología, la paranomasia y juegos con ambigüedad, entre
otros.
"EN EL NOMBRE DE
ESPAÑA, PAZ"
En el nombre de
España, Paz
El hombre está en
peligro. España,
España no te
Aduermas.
Está en peligro,
corre,
Acude. Vuela
el ala de la noche.
Junto al ala del día.
Oye.
Cruje una vieja
sombra,
Vibra una luz joven.
Paz
Para el día.
En el nombre
De España,
Paz.
Blas de Otero
![]() |
Blas de Otero |
Este poema se resume en el lema: “libertad de expresión y
reunión”.Como podemos observar, uno de los rasgos que caracterizan este
poema es el encabalgamiento, en ocasiones abrupto. El autor utiliza un
vocabulario sencillo acompañado de una cita de autoridad implícita; recurre a
un verso de fray Luis de León sin caracterizarlo tipográficamente para
manifestar la grave situación que atraviesa España. Los versos,
escritos de forma telegráfica y extraña rompen el ritmo del poema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario