Rafael
Sánchez Ferlosio, es un autor famoso sobre todo por su obra El Jarama. Tras
esta publicación, Sánchez Ferlosio renunció a la novela y se dedicó al
ensayismo y a los aforismos.A continuación recogeré algunos de sus aforismos:
Lo más sospechoso de las soluciones es que se las
encuentra siempre que se quiere. Las soluciones demasiado fáciles pueden ser erroneas, no te fíes de ellas.
“Casi” y “algo”, nombres de dos cadáveres que yacen al fondo del
barranco. Son palabras que no tienen importancia y que no se tienen ni en
cuenta.
El que quiera mandar guarde al menos el último respeto hacia
el que ha de obedecer: absténgase de darle explicaciones. Ciertas
explicaciones, si uno no sabe aceptarlas, tiene una falta de respeto.
La voz más pobre se hace siempre la más autoritaria: no
consiguiendo ya ser entendida, tiene que resignarse a no ser más que obedecida.
Si no se nos entiende cuando se habla, nos tenemos que conformar con que se nos
obedezca. Critica, por lo tanto, la obediencia sin entendimiento.
El presente se pone en manos del futuro lo mismo que una
viuda ignorante y confiada se pone en manos de un astuto y deshonesto agente de
seguros. No te fíes del futuro ya que no sabes si va a ser bueno o malo.
Música, vas demasiado aprisa, demasiado segura, demasiado
alegre para que yo te entienda. Con este aforismo se distancia de la música, que a él no le gusta.
Difícil, quizá imposible, quitar toda la afectación al
sentimiento. Pero eso no dice nada en contra de él. Es difícil que el
sentimiento sea natural, pero no lo critica.
(Equívoco promocional) Se oponen como muy arrogantes usando
el plural, porque piensan que Nosotros tiene la ejemplaridad de no ser personal
sino solidario, pero Nosotros es tan persona como Yo, y, si cabe, muchísimo
peor persona. Personifica los pronombres y dice que es peor de ese “nosotros”
empiezan solo por una persona.
(Españoleces) “A rajatabla”, “a machamartillo”, “verdades
como puños”. Con un título despectivo, hace un aforismo en el que usa
frases hechas, criticando la brusquedad, la terquedad de los españoles.
(Bohemia.) La infracción de la cotidianeidad está abocada
también a transformarse de acto en actitud, degenerando, antes de herir su
objeto, en modelo, en mimesis, en cultura y nuevamente, por tanto, en
cotidianeidad. La ruptura de la norma acaba creando una nueva norma.