sábado, 7 de diciembre de 2013

Aforismos Lola Beccaria

Es un texto de Lola Beccaria que, bajo la forma de una carta de amor, encontramos una reflexión sobre el tiempo que,  según la autora,  se ha  inventado para los que no aman. Predominan la anáfora y las frases largas que repiten la misma estructura (y así fue como asistía  al verdad, fue así como me di cuenta de que en realidad las horas de la pena son más largas que las de la felicidad). La mujer que habla en el texto es una mujer inmortal, lleva siglos amando y tiene una relación especial con los relojes.
Bajo una aparente carta de amor, se narra la historia del reloj en sus diferentes etapas. Una primera etapa sería el reloj de sol, aquel que funcionaba con la luz del sol, inventado en Egipto. Medía el tiempo de acuerdo a la escala solar. La segunda etapa sería la de los relojes medievales de pesas, mecánicos, que aparecen en lo alto de los campanarios. De este tipo de relojes derivan los automáticos, como el del ayuntamiento de Praga, el de Berna o el de la plaza de San Marcos en Venecia. La tercera etapa sería la de los relojes de péndulo en el Barroco. La cuarta etapa corresponde con el reloj de bolsillo en el siglo XVII. En la quinta etapa encontramos los relojes de cuerda automática en el siglo XVIII. Como última etapa tenemos el Big Ben. Estamos, por lo tanto, ante una historia simplificada y ficticia de la evolución de los relojes, llena de lenguaje literario. En este texto hay un predominio del aforismo, una oración que pretende dar una explicación de manera concisa y cerrada.

Lola Beccaria
Algunos aforismos que encontramos en el texto Lola Beccaria son los siguientes:

Para los amantes, el tiempo es siempre azul.
El tiempo nació del desamor, y los relojes son hijos de la pasión desatendida.
Las horas de la pena son más largas que las horas de la felicidad.
Cada tictac del reloj es un acorde de tensión amorosa no resuelta.
Solo los amantes cuentan el tiempo y toman como punto de referencia al amado.
Para los amantes el tiempo que no están juntos es tiempo desperdiciado.
El reloj se inventó para contar las horas del desamor.
De nada sirve un reloj de sol en la noche perpetua del amante desdeñado.
El desamor es ambicioso incluso para su propio daño.
Para el amante, el amado es el universo entero, el único planeta a partir del cual gira.
El reloj de péndulo, en el idioma secreto de los amantes, es el símbolo de la duda, el homenaje de la ingeniería a la indecisión de los amantes.

El movimiento pendular, tictac, tictac, es la perfecta expresión, desesperada, de la incertidumbre de amar.

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